martes, 24 de agosto de 2010

En el borde

En la clínica, cada día más se nota que la gente que pide ayuda está dentro de lo que llamamos “border-line” y, esto obviamente tiene que tener alguna connotación social.

Podemos pensar entonces que, una persona que camina por el límite, es decir, que no terminó de estructurarse psíquicamente, necesitará buscar seguridad para no caerse del borde, por lo cual, la lógica de dicha búsqueda es aferrarse a algo seguro porque es muy angustiante vivir en la línea, ya que, la fantasía que está en juego es el brote, o sea caerse.

Ejemplifiquemos; pensemos lo que nos sucedería si estuviéramos caminando en un lugar con constantes movimientos del suelo, esta continua inestabilidad nos provocaría un desgaste de energía psíquica impresionante, debido a que estaríamos todo el tiempo en vigilia esperando el desenlace del temblor que nos derribaría. Estoy convencido de que el sentimiento de inestabilidad constante es algo horrible e irritante.

Por ello, se hace necesario encontrar algo o alguien que nos sirva de bastón o de sostén para tolerar estos “movimientos interiores” de inestabilidad.

Si lo anteriormente dicho lo transpolamos a un análisis social, observaremos cómo se hace culto a la persona. Por ejemplo, piensen en algún presidente, ex-presidente, un papa o ex-papa y constatarán la adhesión o aversión que provoca en la sociedad llegando a dividir familias luego de una acalorada discusión.

Son pocos los que, cuando se habla de un mandatario, analizan la gestión de gobierno de esa persona; en realidad, lo que se hace es buscar identificarse con ella y así, aferrarse para sostenerse en ella; ese aferrarse puede ser un lugar de crítica sin piedad o de defensa a ultranza sin sentido a dicho mandatario. Es decir, lo que está en juego es que me sostenga a mí y no me deje caer del borde y poco importa lo que la otra persona hace o es.

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