domingo, 22 de mayo de 2011

Corporación Política

En España hace unos días que se vienen manifestando jóvenes, se hacen llamar “M 15”. Es una plataforma que exige cambios en la política y economía del gobierno de Zapatero. La novedad es que nadie los representa, sin líder, y solicitan transparencia y oportunidades para tener un futuro digno, reclamo básico de cualquier sociedad.

Hace dos días, la Presidente Argentina, en un discurso hizo alusión de lo que sucede en España dando entender que nosotros fuimos precursores y que acá se hizo caso a la demanda de la gente. Parece ser que ayer se lo olvidó, ya que, ella designó a quien iba a ser el candidato para Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, dicho designación es fruto del más rancio estilo jerárquico de gobernar designando a “dedo” al delfín, y la gente, los afiliados, solo están para aplaudir lo que los iluminados deciden.

Por ello, creo que lo que mejor definen a los políticos es denominarlos como corporación; y esta definición se la puede aplicar en casi todos los países democráticos y no solo pensar en el tercer mundo.

Podemos observar como los políticos se aislaron de la realidad que nos circula a todos, están discutiendo cosas que a ellos solos les interesa, y luego, transan en negociaciones por debajo de la mesa sin ningún escrúpulo para no peder el poder que han obtenido.

Queda claro, entonces, que los políticos argentinos no aprendieron de lo que paso el 2001, lo mismo sucederá a los políticos españoles, como no aprendieron los políticos franceses hace dos años con las revueltas en los barrios de la periferia de París, como no están aprendiendo los políticos griegos.

Entonces podemos penar que la dificultad de esta situación es: que las movilizaciones populares quedan en quejas de descarga, en desahogo popular propio de una sociedad postmoderna que se junta y en el quejarse se siente acompañada en esos hitos sociales. Pero que no logran entablar una buena comunicación, ya que la relación es Light – postmoderna-, que derive en un entramado social y en la articulación del cambio con estructuras que plasmen el sentimiento de indignación. En la Argentina no lo supimos hacer y , por ello, volvió la misma corporación que utiliza distintos palabras para que nada cambie.

El aspecto positivo de estas movilizaciones es el saber que esta sociedad “global” está dejando de ser indiferente – y por ello postmoderna- comenzando a conscientizarse de la necesidad del reclamo para que las cosas cambien, que ya comenzarán a plasmarse.