martes, 15 de junio de 2010

El medio pelo argentino ¿sigue existiendo?

El concepto que fuera formulado por Arturo Jauretche sigue siendo clave para entendernos como sociedad, claro está, que hay que descubrir hoy sus manifestaciones externas para poder corroborarlo con nitidez, ya que, la sociedad argentina cambió en sus exteriorizaciones y con ello, las expresiones del medio pelo.

En este artículo me interesa analizar cómo se articula la corrupción y la sociedad, temas no fáciles de deshilvanar en un breve texto.

Durante esta semana, los diarios estuvieron plagados de noticias de casos de corrupción, los cuales no sólo afectan al gobierno de turno y a algunos ex-funcionarios, sino además, a gobiernos anteriores del mismo partido.

Al darse a conocer masivamente producen el eterno comentario de “son todos iguales”, “los políticos son así”, frases que en sí mismas contienen un gran pesimismo y que están marcadas por un inquebrantable destino griego… “no se puede hacer nada”. Pero no hay reunión familiar en que no surja el tema de la corrupción – que sólo será interrumpido para contar un chisme de una vecina o prima-.

Esto me llevó a la conclusión de que realmente al medio pelo no le interesa que la situación cambie, sólo necesita que salga a la luz algún chanchullo, algo que tenga olor a podrido; es por ello que no le importa que se solucione sino que haya algo pútrido para comentar.

¿Pero qué es lo que realmente quiere comentar? Lo que quiere comentar es que él no es así; siendo éste el beneficio que obtiene con que nada cambie, para poder decir: “yo soy mejor, no soy corrupto, pago mis impuestos –que el gobierno despilfarra en los planes sociales-, tiro la basura donde corresponde, nunca robé”. Todo ello puede ser verdad pero el sentimiento que está en juego es el del que ve pasar la vida detrás del vidrio, siempre calentito, nunca sucio –por lo complicado de la realidad- pero con un gran aburrimiento propio del que no sabe qué hacer con su vida.

Ésta sería una de las claves del actual medio pelo, alguien que se jacta de su pureza con el fin de sopesar el vacío de una existencia sin proyectos.

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