El proceso independentista sigue su curso. A fin de cuentas, un anhelo
enraizado en la historia de Catalunya y dinamizado, para mal o para bien, en la
última década, no puede más que seguir desarrollándose y ello porque,
precisamente, no se trata de una decisión de un día ni, mucho menos, de un
capricho, sino de un proceso que viene desde muy lejos en el tiempo.
La fecha del próximo 21 de diciembre subordina y condiciona, en la coyuntura, a actores y propuestas, pues de allí saldrá
la nueva configuración parlamentaria. Pero ha ingresado otra vez al escenario,
súbitamente y de modo impensado, un concepto que ya tiene vida propia pues lo
esgrime con tenacidad digna de mejor causa el gobierno español: es el concepto
de "ley" y, más allá, el de "Estado".
La sorpresiva muerte en Buenos Aires del Fiscal General de España, José
Manuel Maza Martín (autor de las querellas en la Audiencia Nacional de España
contra el ex presidente regional catalán Carles Puigdemont y trece ex
consejeros autonómicos por los presuntos delitos de rebelión, sedición y
malversación) actualizó, como un acto reflejo, aquellos conceptos, pues el
homenaje que rindió el presidente del gobierno, Mariano Rajoy,
enfatizó que el occiso había llevado una vida "... al servicio del
Estado"; en tanto que la Asociación de Fiscales de España, al deplorar esa
muerte, consignó que la obsesión de Maza Martín había sido "... el
principio de legalidad, la ley y el derecho".
Es claro, así, que, al interior del gobierno español, habita la
convicción de que nunca jamás le será concedida la independencia al pueblo
catalán. Porque si la ley, el derecho y el principio de legalidad se hallan
allí, pétreos e inmodificables a lo largo del tiempo, nada más hay que hacer
sino resignar la aspiración libertaria sacrificándola en el altar de la
obediencia al Estado. Claro que con esos criterios todavía nos regiría el
derecho romano tal como fue concebido por Ulpiano y Paulo, insignes juristas de
aquel imperio.
El caso, entonces, es que todo lo que hoy es legal alguna vez fue
ilegal, incluso las aspiraciones políticas de la familia De Borbón Parma, que
no siempre gozó de simpatías a lo largo de la historia de España. Hay una
tensión aquí, entre derecho y política, entre supremacía de la ley y soberanía
popular. Y el modo de superar esta tensión es la negociación entre partes legitimadas por la voluntad popular.
A ello apunta el 21 de diciembre próximo. La "catalanidad"
independentista marcha al comicio sin lista de unidad pero ello no obstará a
que, en el Parlament, la Esquerra Republicana, el PDeCat y la CUP sigan
actuando como un frente común. Hay programa para tal convergencia: a favor de
la democracia, contra las soluciones autoritarias y represivas, a favor de
terminar con el artículo 155, por la libertad de los presos políticos y a favor
de legitimar lo que el 1º de octubre eligieron los catalanes.
Mientras tanto, consignamos tres hechos que enrarecen el clima político.
El jueves 16, Marta Rovira, la "Nº 2" de Esquerra Republicana visitó
a los "ex consellers" en prisión en las cárceles de Estremera y
Alcalá-Meco. Cuando se retiraba, denunció que el Govern no aplicó la
independencia tras la declaración unilateral realizada en el Parlament el pasado
27 de octubre porque el Ejecutivo de Mariano Rajoy amenazó con utilizar armas
de fuego contra la población en Catalunya. Rajoy, apelando a un lenguaje
violento en línea con lo acontecido el 1º de octubre, calificó esta denuncia de "burda
patraña" y "mentira miserable".
También la semana pasada trascendió que el ideólogo de los atentados
terroristas de Barcelona era confidente de los servicios secretos
españoles. Y que el trabajo realizado
por la Guardia Civil y la inteligencia del gobierno español fue increíblemente
deficiente. Sólo gracias a la actuación de los Mossos d'Escuadra se pudo
esclarecer el hecho, especialmente por la actividad del señor Trapero, el jefe
de los Mossos, hoy relegado a tareas administrativas. Esta información la
publicó on line el diario Público
(www.publico.es).
Finalmente, el sitio www.eldiario.es
informó, el sábado 18 de noviembre, que el Partido Popular del presidente del
gobierno de España Mariano Rajoy, es imputable por ser penalmente responsable
de destruir pruebas de los discos duros
de su tesorero, Luis Bárcenas. Este caso de corrupción se suma al originado en
2003 (caso Gürtel) y dejan a la
intemperie, en primer lugar, al propio Rajoy, quien para la mayoría de los
catalanes carece de autoridad moral para señalar -como lo ha hecho- que la ley está para cumplirla y que el
Estado está para servirlo.
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